Especial Xinhua: Transforman aceite alimentario en combustible ecológico para mover transporte público en México
Por Carina López y Ricardo Montoya
En una innovadora planta industrial, localizada en el mercado más grande de América Latina, la Central de Abasto, ingenieros mexicanos transforman aceite alimentario en combustible ecológico (biodiésel) para movilizar el transporte público en la Ciudad de México, la quinta urbe más habitada en el mundo.
A través de donaciones de los mercados más concurridos de la capital mexicana, así como de compras a particulares, los especialistas en materia ambiental logran recolectar, en grandes bidones, aceite quemado que se utilizó varias veces en comercios donde se ofrecen alimentos y botanas, así como en casas o pequeñas empresas.
«El objetivo de esta planta es la valorización del aceite vegetal, usado, para su conversión en un producto de mayor valor, el bioaditivo, un producto que se utiliza en unidades que usan diésel en mezclas, en diferentes proporciones junto con el diésel fósil para ofrecer una serie de ventajas ambientales mecánicas y económicas por el uso de este producto», dijo a Xinhua la supervisora de operación de la Planta, Abril Guzmán.
El líquido dorado que se recibe en la Central de Abasto debe ser libre de sólidos, libre de agua, libre de detergente, sin estar mezclado y de origen vegetal.
En lo que se refiere al proceso, una vez que el líquido se filtra, se introduce a un reactor y se mezcla con el catalizador de la planta, del que se obtiene el bioaditivo y glicerina, la cual se utiliza en la industria farmacéutica.
Uno de los beneficios de la instalación es que es 100 por ciento sustentable y evita la contaminación de miles de litros de agua que, al entrar en contacto con el aceite, causan taponamientos en las tuberías y grandes inundaciones.
«Si el aceite llega al agua y al suelo, genera una serie de efectos dañinos. Entonces, es importante recolectar este aceite y es importante que se disponga en un sitio adecuado y autorizado para su procesamiento», detalló.
La tecnología que se emplea fue desarrollada por el Instituto Politécnico Nacional (IPN), la segunda universidad más importante de México, y la nave se diseñó a la medida para establecerse, de manera estratégica, en uno de los mercados más concurridos del país.
Otro de los propósitos de la planta es dotar con el biodiésel al mayor número de vehículos que transportan cada día a millones de personas en la capital mexicana.
«Actualmente, el bioaditivo se utiliza en transporte público, principalmente, ya lo ocupa el sistema de Metrobús y el sistema de RTP (Red de Transporte de Pasajeros) y el Metrobús en su línea 2 que va de Tepalcates a Tacubaya y también en algunas rutas en el oriente», comentó Guzmán.
El combustible ecológico tiene características muy similares al diésel; sin embargo, no contiene azufre, por lo que no hay emisiones de óxido de azufre, que es un contaminante altamente riesgoso. También, tiene un poder limpiador en todo el sistema de combustible desde el almacenamiento, conducción, inyección y quema.
«Esa limpieza va a hacer que se mejoren las condiciones de la combustión, como no hay tantas impurezas, hay mejor combustión y, por lo tanto, la combustión se lleva a cabo de manera más completa que quiere decir que no vamos a tener tantos contaminantes intermedios, sino que vamos a tener la mayor cantidad de gases finales», refirió la ambientalista.
La planta no genera residuos, aguas residuales ni emisiones dañinas y es la única que cuenta con el aval de las autoridades ambientales de México para procesar el aceite.
«La idea es caminar hacia la economía circular donde no existen residuos. Todos los subproductos que se generen pueden ser aprovechables en otras cadenas de producción y eso va a ayudar a la sustentabilidad», afirmó la ingeniera.
En la Ciudad de México, agregó Guzmán, se tiene como prioridad la autosuficiencia energética, generar ahorros y reducir los costos de energía para aprovecharse en los sectores público y privado; además, se busca transitar hacia energías limpias y reducir emisiones de gases contaminantes. La capital mexicana es la quinta urbe más contaminada del mundo, según la organización ambientalista Greenpeace.
Fuente Xinhua